Por Trenzar Memorias
En el conversatorio “Movimientos Sociales y violencia estatal: pasado y presente” realizado el 25 de agosto del 2022 en el Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe (IEALC) expusieron Pablo Bonavena, Bruno Fornillo y Laura Sala. Bonavena reflexionó sobre el rol del Estado, su relación con los movimientos sociales y la noción de la contrainsurgencia. Fornillo expuso sobre los movimientos indígenas en la región, en particular, sobre la vitalidad política de la zona andina. Laura Sala disertó sobre la violencia estatal en Guatemala y los vínculos del gobierno dictatorial guatemalteco con la dictadura argentina.
En principio, Bonavena realizó un recorrido histórico sobre la noción de Estado retomando los desarrollos teóricos de Adam Smith, Max Weber, Von Stein, Marx y Engels, Thomas Marshall, Jerome Davis y Enst Fraenkel. De Weber retomó la pregunta por si puede haber un Estado sin genocidio sistemático previo; así como la noción de Estado como pacificador y la represión hacia los movimientos sociales leídos en clave de la militarización de las últimas décadas. En relación a Von Stein, Marx y Engels, el profesor Bonavena recuperó su preocupación por teorizar los movimientos sociales con una salida práctica. Sobre Von Stein estableció que su interés radica en desarmar los movimientos sociales. Con respecto a Marx y Engels, sostuvo que los autores buscaban armar al Movimiento Social, ya que pensaban al Estado como un complejo pacificador que tiene como fin la cooptación y la represión. En este sentido, reflexionó sobre el binomio autonomía y heteronomía de los Movimientos Sociales y el proceso de ciudadanización de la clase obrera y los movimientos sociales.
Con respecto a Thomas Marshall, Bonavena recuperó su texto “Ciudadanía y clases sociales”, para reflexionar sobre cómo se hace tolerable la división de clases. Sobre Jerome Davis retomó el concepto de los movimientos sociales como instrumentos para regenerar lo social. También, el concepto de ampliación de la ciudadanía. En relación a Ernst Fraenkel, Bonavena desarrolló la noción del Estado como “doble Estado”: Estado negro y blanco; Estado normativo y de prorrogativas o discrecional (dos formas permanentes del Estado que hacen a su estructuración).
Bonavena profundizó su análisis del complejo pacificador del Estado, resaltando sus atributos como cooptador y represor; razón que explica el por qué las fuerzas policiales y militares atentan contra los movimientos sociales. Esto puede pensarse como una continuidad entre las dictaduras, gobiernos de derecha o de tinte más progresista. Así también, Bonavena dio cuenta de la cooptación de los sindicatos por este proceso represivo del Estado.
Por su parte, Bruno Fornillo reflexionó sobre los movimientos indígenas y su carácter heterogéneo. Sostuvo que, particularmente, la región andina expresa vitalidad (Zapatismo, Ecuador y Bolivia). Para los casos de Colombia y Chile, Fornillo los categorizó como un reverdecer. Con respecto a Ecuador y Bolivia, Fornillo reflexionó sobre la consolidación de la sociedad civil, proponiendo al movimiento indígena como parte fundante de esta. También, indicó que tanto en Bolivia como en Ecuador se llevaron a cabo nuevas constituciones, lo cual remarca un nuevo constitucionalismo latinoamericano, y una transformación de la cultura política; procesos que calificó como un “reverdecer de lo indio”.
Fornillo mencionó cuatro temáticas importantes para los movimientos sociales indígenas. En primer lugar, la cuestión ambiental; en segundo lugar, las cuestiones de género; en tercer lugar, el anidamiento de elementos anticapitalistas tradicionales y, en cuarto lugar, la traducción de la sociedad política al área de la arena política.
Como conclusión, Fornillo sostuvo que quienes vivieron los movimientos indigenistas en el área andina tienen otro recorrido y otras armas (a nivel estatal y societal) para situarse en la problemática contemporánea. Asimismo, Bolivia y Chile han puesto en práctica discusiones más contemporáneas, y son casos más promisorios que los de Argentina y Brasil.
Finalmente, Laura Sala expuso sobre la violencia de Estado en Guatemala y los vínculos entre los gobiernos dictatoriales de ese país y Argentina. Retomó lo que mencionó Pablo Bonavena sobre la idea del Estado como complejo pacificador. Sin embargo, sostuvo que en Guatemala no hubo práctica de cooptación, si no que predominó la represión.
Sala realizó un recorrido histórico sobre la represión en Guatemala. Para ello, propuso al año 1954 como un punto de inflexión, al sucederse el golpe de Estado que derrocó a Jacobo Árbenz Guzmán. En relación a esto, mencionó que la operación fue financiada y orquestada por la CIA, denominándose la misma PBSUCCESS. Esta puso fin a los llamados “diez años de primavera democrática del gobierno revolucionario”.
En este sentido, Sala explicó que el proceso revolucionario guatemalteco se caracterizó por aplicar una reforma de tipo capitalista y de desarrollo industrial. Este alteró y tocó el núcleo de la dominación oligárquica que llevó adelante una reforma agraria. En esos diez años se empezó a articular un proceso de represión anticomunista, y el anticomunismo pasó a ser una política de Estado; como ejemplo, se sancionó el Comité de Defensa Penal contra el comunismo. En este marco, fueron detenidos entre 9000 y 14000 comunistas, y asesinados entre 2000 y 5000.
Sala resaltó tres sucesos que marcaron el clima de la época. En primer lugar, en noviembre de 1960, el alzamiento de un sector del ejército leal a Árbenz. En segunda instancia, las jornadas de marzo y abril de 1962, en las cuales se protestó durante dos meses por un intento de fraude electoral. Durante estas jornadas, los estudiantes y sindicatos tuvieron un fuerte protagonismo. Estas fueron duramente reprimidas y dejaron 50 muertos. Como último suceso, Sala dio cuenta de la Formación de las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR), en el año 1962.
Con respecto al período de la década de 1960, Sala expuso cómo el ejército comenzó a constituirse como eje del poder político hasta la vuelta de la democracia, la cual fue a mediados de los años 1980. Durante ese período hubo elecciones con fraude electoral. Entre los años 1966 a 1970 el gobierno civil de Méndez Montenegro, condicionado por los militares, ejerció la mayor represión sistemática contra el movimiento guerrillero, con apoyo de los EEUU. También este fue el período de mayor auge de la guerrilla y el de los escuadrones de la muerte. Sin embargo, se logró desarticular la guerrilla, el movimiento sindical y el estudiantil.
Sala mencionó que entre las décadas de 1970 y 1980 se produjo la reorganización de los movimientos sociales. Desde 1970 en adelante se comienza a ver el crecimiento del movimiento popular en marchas masivas. Durante este período histórico surgen y se implantan dos nuevos movimientos revolucionarios: EGP (Ejército Guerrillero de los Pobres) y la ORPA (Organización Revolucionaria del Pueblo en Armas). A diferencia de las FAR, el EGP y la ORPA incorporan a la población indígena, ya no en calidad de sujetos proletarizados, como fue durante la década de 1960, sino como comunidad con sus propios reclamos.
Estas décadas son, explica Sala, el escenario de una represión permanente, sucediéndose la masacre de Panzos, el asesinato del líder estudiantil Olivero Castañeda de León y el del secretario general del Partido Social Demócrata Alberto Fuentes Mohr, la quema de la embajada de España, los cementerios clandestinos, entre otros eventos. Este contexto de represión pasó a ser una de las condiciones de posibilidad de la articulación del movimiento popular y el guerrillero. Lo que conlleva la unificación del EGP, las FAR y el ORPA en Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca en 1982.
Trenzar Memorias, No. 3, Noviembre, 2022